domingo, 14 de marzo de 2010

Nadie sabe lo que daría por sólo un día de esos..

Pensaba pasar una tarde de viernes depresiva, en la que se disipan todos los ánimos de hacer algo productivo, y en la que decides perder el tiempo, por muchas cosas que tengas que hacer.

Pero no, una grata sorpresa ha cambiado el rumbo del día. He decidido empezar a leer un libro del cual me examino la semana que viene, y la verdad es que me ha resultado interesante desde un principio, con esas citas clásicas, que me alegra tanto reconocer y que me van acercando cada vez más a mi meta, algo tan aparentemente simple, como el saber.
También me ha llamado la atención la forma de pensar del padre del protagonista, y sin ni siquiera darme cuenta me he encontrado realmente enganchada a Días de Reyes Magos.

Apenas he sentido pesadez, y lo cierto es que no levantado la vista del papel ni un segundo, completamente inmersa en la historia y intrigada por la extravagante desarrollo de los echos, que me incitaba a leer más y más.

Antes de empezar la obra, he leído un comentario sobre ésta, en el que se decía la fascinación que le producía al lector, y una invitación a leerla al menos dos veces, para poder captar su esencia. Realmente, he pensado que exageraba, como a veces lo hago yo cuando escribo mis breves textos literarios, donde la hipérbole tiñe las palabras de poesía.
Pero después de haberla leído, encuentro la reseña muy real, sin signos de exageración en ningún concepto.

La verdad, es que el llanto ha acudido a mí, en la parte final de la obra, y no me he molestado en disiparlo. Me ha parecido tan natural, estaba tan dentro de la obra, que me sentía como el mismo protagonista. He sentido envidia, la envidia a un ser ficticio. A aquel adolescente, que “vivió” una experiencia realmente fascinante, donde su padre fue capaz de llegar a su corazón. Donde su padre pudo compartir con él seguramente la experiencia más emocionante de su vida, que le marcaría y cambiaría para siempre.

Su padre... a él se le presentó la oportunidad de hacerlo antes de morir, como el mio no la tuvo, porque yo los dos años no había llegado a cumplir, cuando, de repente, nos dejó solos en este mundo, a unos con los recuerdos, y a otros con el malestar por la carencia de estos.

Hasta el momento, no miento si digo que éste es mi libro favorito. Es cierto que no tiene muchos con quien competir, por mi poca actividad lectora. Pero me ha despertado la pasión por la literatura, he descubierto el poder de evasión y transmisión de ésta y por eso te doy las gracias, Emilio Pascual.

Para quien le interese, el libro es Días de Reyes Mados, de Emilio Pascual; editorial Anaya.


two .

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